sábado, 11 de abril de 2015

一个都不能少 / La educación en las zonas rurales


你们好!

En un principio pensaba dedicar toda la entrada de hoy a las películas de Zhang Yimou. Sin embargo, he llegado a la conclusión que los temas que el director toca en sus obras son demasiado interesantes para no tratarlos con debida atención. Por tanto, en la segunda parte de la entrada me acercaré a la cuestión de la educación en las zonas rurales de China.


Primero, unas cuantas palabras sobre Zhang Yimou. Nació en Xi'an, en la provincia Shaanxi en 1951. Su familia estuvo en la oposición al gobierno. Su padre fue un oficial en el ejército de Kuonmintang (un partido que luchaba contra Mao Tse-tung), su hermano mayor, al ser acusado de espiar, tuvo que huir a Taiwán. El joven Zhang, sin recursos ni perspectivas para el futuro, donaba sangre para ganar dinero para comprar su primera cámara de fotos. Cuando empezó la Gran Revolución Cultural (1966), como muchos de sus compañeros, fue forzado a trabajar en una fábrica textil. En 1978 lo aceptaron en la Academia de Cine de Pekín gracias a su álbum de fotografías y terquedad: presentó numerosas apelaciones para poder estudiar a pesar de su "edad avanzada" (tenía 27 años). Al acabar la carrera trabajó en varios estudios de grabación marginales.
Apenas en 1987 tuvo la posibilidad de dirigir su primera película "Sorgo rojo". Esta es la que le trajo el Oso de Oro de Berlín y la fama internacional. Gracias a ella recibió ayuda financiera del extranjero para rodar las siguientes películas "Ju Dou" (1990) y "La linterna roja" (1991). Aunque ganaron consideración en el Occidente, fueron prohibidas en el País del Centro. Zhang Yimou junto con Chen Kaige y Tian Zhuangzhuang formaron entonces un grupo llamado la Quinta Generación. Fueron cineastas que decidieron acabar con las películas de propaganda, romper con las reglas y se atrevieron a mostrar su país con un cariz distinto, no idealizado. Así empezaron un capítulo nuevo en la cinematografía china.
Cuando en 1992 Zhang realizó "La historia de Qiu Ju", la primera de sus películas que fue reconocida por el Partido Comunista de China, muchos de sus aficionados lo consideraron como un acto de rendición al gobierno y desaprobaron su giro hacia las producciones masivas. El mismo director dice que necesitaba más variedad. Si no fuera por eso, nunca habríamos llegado a ver "Hero" (2002) donde podemos apreciar su afán de presentar la belleza de las artes marciales y mitología. Esta película es también una prueba de que un presupuesto alto no significa la pérdida de valor artístico de la obra. Zhang Yimou basa casi todas sus películas en historias populares o novelas. Desde el principio sabe qué forma obtendrá su obra, si será expresionista, simbólica o más bien realista. Además destaca la fotografía cuidada y estudiada que le brindó varias nominaciones al Oscar. A pesar de las controversias, es, sin duda, uno de los directores chinos más conocidos mundialmente.


La película de la que os voy a hablar hoy es "Ni uno menos" (一个都不能少, yí ge dōu bù néng shǎo) rodada en 1999. Para entonces Yimou ya se había convertido, además de en un maestro de su oficio, en un avezado driblador de la censura de su país, y sabía dar duro a ciertos temas sin dejar de demostrarle a su gente un profundo amor. Encontró también el aprecio de críticos y fue galardonada con el León de Oro del Festival de Cine de Venecia.


El argumento es muy simple: el profesor del colegio de un pueblo miserable tiene que abandonar su trabajo durante un mes para cuidar a su madre que está enferma. Se ve obligado a poner a sus alumnos bajo la tutela de una sustituta de 13 años. Promete premiarla si al volver el número de estudiantes no disminuye. Wei todos los días pasa la lista, encierra a sus pupilos en el aula y vigila para que nadie se huya. En vano. Uno de los niños más pobres tiene que salir a la ciudad para ganarse la vida trabajando. Sin embargo, Wei no se da por vencida y decide salir en su busca para animarle a volver al pueblo.



Aunque la historia es completamente realista, al principio el receptor que proviene una sociedad occidental altamente desarrollada no es capaz de creer en la pobreza y falta de recursos que reinan en las escuelas rurales en China. El edificio donde se imparten las clases está a punto de derrumbarse, el aula es miserable, la puerta no cierra, las tizas parecen valer su peso en oro. Además, llama la atención la calidad de enseñanza y el adoctrinamiento tanto de los alumnos, como de los profesores que aman su país y su forma de gobiernos sin crítica. En la película observamos también la crueldad de la vida en la ciudad: los niños mendigan, duermen en la calle, son ignorados por la mayor parte de la sociedad. Sin embargo, lo poco que significa una persona para el sistema está confrontado con lo que vale un alumno para la profesora. El director quiere mostrar que las relaciones interpersonales son el único método para combatir la inhumanidad de un estado superpoblado, prácticamente tercermundista. Personalmente, la película, aparte de transmitirme sabiduría y enseñarme algo nuevo de China, me ha conmovido hasta las lágrimas.



Al ver "Ni uno menos" me pregunté si esta historia podría volver a suceder hoy, en 2015.

Es cierto que muchas de las escuelas en las aldeas más pequeñas se han cerrado debido al número de niños descendente. Hay también otras razones como la baja calidad de enseñanza y su escasa eficacia (en algunas partes los alumnos son solo capaces de escribir su nombre tras años de atender a las clases). Otro factor es la inadaptación de los edificios y aulas que muchas veces se encuentran en condiciones desesperadas. Según las estadísticas del Instituto de Estudios de la Educación en China cada día desaparecen 63 escuelas primarias rurales, 30 centros de enseñanza y 3 escuelas secundarias. Los demás estudiantes algunas veces tienen que caminar hasta 4 horas para llegar al colegio más cercano.

Sin embargo, en las últimas décadas el sistema educativo en China ha vivido unos cambios significativos, el porcentaje de niños que acuden a la escuela ha incrementado satisfaciendo asimismo las necesidades del mercado de mano obra barata. Ahora el problema es subir el nivel de educación que obtienen los alumnos para que puedan desempeñar cargos más importantes. 

Los 6 años de la educación secundaria en China son obligatorios desde 1986. En las ciudades grandes es común ir a la escuela también los 3 años restantes. No obstante, en las zonas rurales esto ya no es tan obvio. En 1990 solo un 7% de jóvenes procedentes de pueblos se graduaron. Hoy este porcentaje pudo subir solamente hasta un tercio. Y esto son solamente los datos oficiales.

Los adolescentes abandonan la escuela sobre todo por sus costes elevados (a diferencia de los demás países en China los últimos años de la educación secundaria no son gratuitos). Además, las escuelas están muchas veces alejadas de los pueblos y los estudiantes no se pueden permitir la residencia en las ciudades. Incluyendo la compra de libros, la cantidad que tienen que pagar puede llegar a unos mil euros - más de lo que gana una familia corriente de pueblo durante un año. Una mitad no aprueba los exámenes de acceso para el instituto y los demás lo abandonan porque se les ofrece un trabajo donde ganan un sueldo decente.
Decenas de millones de trabajadores rurales se han mudado a las zonas urbanas en los años 90 pero el sistema de empadronamiento en China impide a los padres enviar a sus hijos a buenas escuelas en las ciudades. Por lo tanto, muchos se ven forzados a abandonar a sus hijos en los pueblos. La falta de supervisión lleva a los jóvenes a las dificultades con los estudios.
Otro problema con el que se enfrenta la escuela china es el desequilibro entre el presupuesto que recibe un centro de enseñanza urbano y uno situado en un pueblo. Las autoridades tienen que recurrirse a pedir dinero de los padres para mantener las escuelas.

Lo que ahora intenta emprender el gobierno es conceder becas a los estudiantes más indigentes. Muchos de ellos dejan la escuela p.ej. para pagar el tratamiento de algún miembro de la familia. Con la financiación, la posibilidad de quedarse en la escuela incrementó por un 60%.
Además el gobierno intenta animar a los estudiantes a la formación profesional dándoles un subsidio para cubrir la matrícula. Gracias a esta medida, el número de alumnos en estas escuelas aumentó por casi un 50%. Sin embargo, la educación profesional en las zonas rurales deja mucho que desear. Su financiación es escasa y el profesorado mal cualificado. Se ha empezado a cuestionar su valor. Según un estudio reciente, los resultados de las pruebas de matemáticas de alumnos de estas escuelas cada año empeoran. Los expertos creen que solo con dar la oportunidad de acabar la escuela secundaria estándar los jóvenes estarán bien preparados para las demandas del mercado laboral. Pero esto significaría la necesidad de asignar otros millones de yuanes. A ver si el gobierno chino iguala las oportunidades de obtener la educación completa a los adolescentes de zonas rurales.

Gabriela

2 comentarios:

  1. Excelente análisis, Gabriela. Has hecho un trabajo muy bueno con esta entrada, mis más sinceras felicitaciones.

    ResponderEliminar