viernes, 24 de abril de 2015

苗族,es decir, quien se rapa la cabeza con una hoz

¡Hola!

Aunque el 91% de la población de China pertenece a la etnia Han, hay que recordar de los 56 grupos étnicos reconocidos oficialmente por el gobierno. Uno de ellos es la etnia Miao que hace siglos se dispersó por Asia Occidental y actualmente ocupa territorios en China, Vietnam, Tailandia y Myanmar. En el País del Centro los miao viven principalmente en las zonas montañosas de las provincias Guizhou, Yunnan, Hunan, Sichuan, Hubei, Hainan. En total son aproximádamente ¡9 millones de personas!


Provincias con la mayor aglomeración de la etnia Miao

Una de las localidades con el porcentaje más alto de la población Miao es Xijiang en el oeste de Guizhou. Se extiende en una valle dividida por el río Xi. Sobre él se construyó un puente de madera impresionante. Toda la arquítectura llama mucho la atención. Las casas hechas de madera se componen perfectamente con los bosques frondosos que cubren las pendientes de las montañas que rodean la zona. Madera es un material muy respetado por los miao. Según ellos, todo el mundo nació de un arce inmortal. Por eso cuando nace alguien se suele plantar un árbol. Asimismo de arce se suelen hacer los ataudes. Los elementos por los que más orgullo siente la minoría étnica son la vestimenta y la danza tradicionales. Curiosamente, son mujeres las que generalmente se asocian con ellas. Lo que destaca del traje son las joyas. Imaginados una tiara de plata, ahora multiplicadla por 10, añadidle cuernos semicirculares y dentro colocad unos rayos estrechos. Así más o menos las miao se adornan la cabeza. Estas joyas pertenecen al ajuar de novia heredado de ancestros. No solo es un símbolo del estatus de la familia, sino también nos puede decir mucho del sentido de dignidad de esta gente - muchos de ellos ni siquiera aprenden el mandarín oponiéndose a sus antiguos opresores. Los adornos de plata tienen otra función muy importante: repelen los espíritus malignos. Pero la vestimenta tradicional no solo se lleva para complacer a los turistas. A menudo las mujeres del pueblo visten túnicas de diferentes tonos de azul (por qué azul se explicará más adelante) y se ponen sombreros enormes para que las protejan del sol durante el trabajo en el campo. Los hombres no se preocupan tanto por la ropa. Ellos, en cambio, a diferencia de las mujeres, pueden tocar lusheng, un instrumento polifónico compuesto de varios caramillos de bambú (unos más largos que otros). Los miao dicen que hay que aprender a tocarlo para tener cosechas abundantes.



El famoso puente de Xijiang



Casas de Xijiang



Típico adorno femenino



Las bailarinas miao en sus trajes típicos



Un hombre tocando lusheng


Aunque nadie puede negarle a Xijiang su encanto, es cierto que úlitimamente el pueblo se ha comercializado bastante por el impacto del turismo (aumentó enormemente después de la construcción de una carretera buena que facilitó el acceso). Por tanto, es contradictorio el sentimiento que evoca la estancia en Xijiang. Por un lado, la población se ha enriquecido gracias a los ingresos del turismo (desde las bailarinas profesionales, por los propietarios de restaurantes y albergues, hasta los vendedores de agua y cerveza, todos se ven beneficiados por los visitantes), además cobran 100 yuanes (sobre 15 euros) por solo entrar al pueblo. Por otro lado, a veces un laowai, que espera experienciar la autenticidad y sencillez de los indígenas, tiene la sensación de estar en un zoo observando sus presentaciones como si fueran animales en jaulas.

A estos viajeros insatisfechos les aconsejo una visita en una aldea más alejada de la "civilización". Basha se encuentra del otro lado del valle del río Xi y es el único lugar en China donde no se ha prohibido la posesión del mosquete. Allí también es donde más destaca la omnipresencia del azul marino. Toda la ropa está además elaborada de una tela muy tensa y brillante. El secreto se revela en la "tintorería", una cabaña donde las mujeres sumergen el material en tinas grandes llenas de un líquido de color índigo. ¿Y el brillo? Se debe a la clara de huevo que se echa al colorante. Pero no es por motivos estéticos, las razones son mucho más prácticas. Gracias a la clara, la tela se hace resistente a la lluvia que en esta zona en algunas épocas puede resultar algo fastidiosa.
Otra observación curiosa que puede hacer un viajero son las cabezas de hombres y niños rapadas por los lados y con el resto del pelo recogido en la punta de la cabeza en un moño. Aunque en la civilización occidental este peinado se asocia sobre todo con el sexo femenino, aquí simboliza la virilidad. Y no parece tan extraño si sabemos que para rapar la cabeza se usa un cuchillo parecido a la hoz. Este peinado se debe a que el pueblo cree que el pelo, al igual que los árboles crecen mejor cuando se les cortan los ramos por los lados y paran de crecer si se les corta la punta. Además, muchos hombres llevan también pañuelos blancos con bordados atados alrededor de la cabeza. Todo esto crea una imagen muy pintoresca junto con la vestimenta azul.

El tiempo en Basha transcurre de manera mucho más lenta. La mayoría de los habitantes todavía no hablan el mandarín, no se someten al régimen y conservan sus costumbres. Me pregunto si tal vez si tuvieran más dinero, no les gustaría huir de allí, conocer la ciudad y todas sus comodidades. Pero ¿qué es lo que tendrían en la ciudad que no tienen allí? ¿Qué es lo que les hace falta ahora? ¿El ruido, las muchedumbres, la contaminación? ¿Alguien querría cambiar esta inmensidad verde por un cine? ¿Las sendas silvestres por calles asfaltadas? ¿El gorjeo de pájaros y el murmullo de torrentes por los decibeles de una discoteca? Pues sí, hay miao jóvenes que se sienten atraídos por la vida en la ciudad, que dejan sus trajes rígidos azul marino para ponerse camisetas y vaqueros, en algunas casas se instalan antenas satelitales, etc. Parece que es imposible que Basha se mantenga intacta por la civilización omnipotente. Pero ojalá me equivoque.

Las mujeres miao


Peinado de los hombres miao


El pueblo Basha


Gabriela

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